Era medianoche, estaban de camino a casa, tres amigos en
medio de calles vacías, silenciosas e inertes, caminaban perdidos en sus
propios mundos o en conversación con sus propios demonios, quién sabe en que
andaban esos tres pero vieron a un hombre aparecer por la esquina y subir a un
taxi rápidamente, pasaron la esquina y escucharon un grito, estaba todo oscuro,
solo la luz de una ventana en lo alto de un edificio, la curiosidad los mataba,
qué pasaba, que ocurría; llegaron a la puerta del edificio y estaba cerrada,
tenía un candado, vieron la luz del edificio apagarse y decidieron irse, seguir
con su camino. Amaneció y sólo despertaron dos.
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