Existen personas con las que involucrarse es casi un acto
suicida, sabes que hacen daño y por más
que te adviertan, eres necia.
Llegó muy tarde, como siempre, se sacó los zapatos, encendió
un cigarro y fue a su escritorio, no tenía sueño, hizo lo que más le gustaba
leer, para ella era el momento perfecto pero no creía en las perfecciones y al
pasar la tercera hoja del libro lo encontró, él estaba ahí, mirándola, él
estaba ahí en una foto vieja sin sentido, una foto que no debía existir; la
observó por horas, preguntándose por qué él, por qué se enamoró estúpidamente
de él, qué tuvo él que ninguna otra persona pudo tener, por qué él la volvió
tan vulnerable, él era complicado y ella siempre supo que no funcionaría, que
nada de eso era verdad, que nada de lo que él le decía podía durar.
Dejó la foto y preparó café, como le encanta el café, pero
ese no era un buen momento, buscó una botella que su papá le regaló en navidad,
el whisky para la soledad, puso un poco del whisky en el café, tomó nuevamente
la foto y la quemó, decidió eliminar lo poco que quedaba de él en esa casa,
revisó la PC, encontró muchas más cosas, tomó un disco y guardó todo ahí para
poder borrar lo que quedaba en la PC, al disco lo nombró “NECEDAD” y es que él
fue parte de su necedad y ella sólo fue parte de su capricho machista; puso el
disco con el resto de sus cosas y las quemó, para no arrepentirse, para no
poder volver a ellas más. Amaneció, ella estaba sola y sin ninguna lágrima y
entendió que definitivamente es mejor estar así, sin el miedo y sin la culpa.
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