lunes, 11 de agosto de 2014

Ella, su luna.

Disfruto del silencio, del vacío, de la nada, de las conversaciones mentales, recuerdos y hasta a veces de un par de lágrimas, de la oscuridad y muchas cosas aburridas. Del silencio es genial encontrar lo que la bulla del mundo no te deja encontrar, transitar otros rumbos, tal vez con suerte y te encuentras a ti mismo.


Apareció alguien a quién preferí escuchar, no estaba siendo un día para historias, la melodía de su flauta no me perturbaba, recordé las formaciones del colegio y a una amiga de mi abuela que adoraba (la extraño Mrs. J.), voy en lo mío. La ventana da a la calle, es el universo entero, y este hombre era un planeta con melodía y una luna, tocó imparablemente durante casi dos horas, su luna estuvo todo el tiempo sentada en un cajón, mirando y moviéndose en su sitio; entre ellos y el resto solo se interpuso un estuche y un tazón, hace todo por ella. Su historia está en su rostro, en su esencia, en su luna; y seguirá su curso melódicamente con la inocente compañía de ella. 

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